En las cumbres de los Alpes, Bereket ha recibido la noticia de Gaspard: «He descubierto algunos cadáveres, al menos dos, en el glaciar Tsanfleuron». La noticia ha sacudido y agitado al glaciólogo juvenil, que no ha tenido descanso hasta conocer el origen de la historia y la terrible verdad, justo ahí, en el corazón de los Pirineos. Los inuits, para atrapar al lobo, ocultan en el hielo el pomo de la navaja y frotan con grasa la aguda boca que había quedado fuera. Llegará el lobo hambriento y, sin darse cuenta, lamerá ávidamente la grasa, junto con su sangre y sus trozos de lengua. El fino lector quizá se dé cuenta después de que esta historia antigua es incomparablemente más contemporánea y que, para poder alcanzar la salvación, primero tenemos que enfrentarnos a lo que nos es terrible, a lo que nos negamos a nosotros mismos. Seguir leyendo: https://www.erein.eus/libro/zerria